El deporte es salud y también es alegría y qué mejor si, además, se practica y comparte en familia.

Es esta una buena manera de fortalecer vínculos entre padres e hijos y una manera de trabajar el desarrollo físico y mental, además de fortalecer la salud.

El beneficio de hacer deporte es algo que todo el mundo tiene presente, previene el riesgo de enfermedades, favorece el descanso, mejora la coordinación, fomenta la relación con otras personas y, así, podríamos seguir un rato más.

La experiencia de compartir deporte con hijos, padres y hermanos fortalece los lazos afectivos y construye recuerdos colectivos asociados al disfrute o al bienestar, tanto físico como mental. El deporte en familia fomenta además la transmisión de valores, apoya las relaciones intergeneracionales y fraternales- También supone un instrumento muy valioso en periodos de adolescencia y primera juventud de los hijos. Compartir una pasión deportiva aporta salud al desarrollo de todos los miembros de la familia.

El rugby multiplica los efectos saludables arriba expuestos. La disciplina, el respeto y la necesidad indispensable del trabajo en equipo son valores imprescindibles para la consecución del objetivo en nuestro deporte.  El equipo de rugby, como la familia, fomenta el sentido de pertenencia, crea lazos afectivos y persigue metas comunes a todos.

La experiencia de la familia Miranda

Un ejemplo de ello es la Familia Miranda Grandio, la cual lleva más de una década formando parte del Club de Rugby Majadahonda, del que no solo son socios, sino que además son jugadores y entrenadores.

Ellos son Nacho, el padre, y sus dos hijos, Pablo de 21 años y Blanca de 15 años. Hace 14 años llegaron al club, cuando Pablo entró a formar parte del equipo sub6 de la escuela del CRM y, desde entonces, ha pasado por todas las categorías del Club, hasta llegar a debutar esta temporada con el primer equipo senior en División de Honor B. Contagiado por el buen ambiente, su padre, Nacho, decidió también retomar este deporte que había conocido en la Universidad, y del que fue jugador durante muchos años. Lo hizo incorporándose al equipo de veteranos y también al staff de entrenadores. Blanca no tardó en aparecer en escena, la benjamina también quería formar parte de aquello que tanto enganchaba a su hermano y padre y entró a jugar con 11 años. Hoy es una jugadora con un gran futuro por delante y ha sido convocada en varias ocasiones por la selección madrileña.

Entre los tres cubren todo el abanico de un Club deportivo desde las secciones de escuela y academia, pasando por el femenino, el senior, veteranos y, también, entrenadores.

Esta familia tiene en común deporte y club, pero también mucho más. “Ser parte del mismo club es compartir una pasión con ellos que, de otra forma seria difícil, ya que cada uno nos dedicaríamos a nuestras aficiones y seguro que no coincidiríamos tanto tiempo fuera de casa, como nos permite hacerlo el rugby. Además, tener a la familia unida a través del deporte nos gratifica enormemente” explica Nacho, el padre.

Este lazo es algo que también valoran notablemente los hermanos, Pablo y Blanca; “Crea un vínculo muy especial que une a la familia y hace que podamos compartir un espacio en el que, pese a que cada uno tenga sus entrenamientos y partidos, estemos juntos”, a lo que añade su hermana: “Es un punto de fortaleza familiar ya que los tres tenemos la misma pasión en lo que hacemos y le echamos las mismas ganas cada uno en su respectiva categoría”.

Que por qué el rugby se preguntarán algunos… porque es, como dice Pablo, un deporte único, “cualquier persona que haya jugado opina lo mismo”. El vínculo que se crea con tus compañeros de equipo es inigualable, pero lo más destacable es el vínculo que creas también con el rival, con el que has estado 80 minutos dándote cabezazos y poder compartir el tercer tiempo con él y con el árbitro, hace que sea totalmente distinto a cualquier otro deporte. También, porque es lo que has tenido en el hogar desde la infancia, como cuenta Blanca: “es lo único que se veía en casa y el rugby ya forma parte de mi vida”, al tiempo que destaca la «nobleza de sus valores y las emociones de ser parte de un equipo».

En todas estas temporadas que llevan en el Club, cada uno ha vivido grandes momentos inolvidables. Pablo ha debutado con el primer equipo senior, habiendo pasado por todas y cada una de las categorías del Club y ganando partidos que parecían imposibles. Blanca ha sido convocada con la selección madrileña y Nacho ha descubierto la pasión de entrenar, formando a jóvenes jugadores y firmando una temporada histórica desde la posición de entrenador. Llevan ya media vida con el oval en las manos y los tres tienen claro que, el tiempo que tienen por delante, seguirá igual, compartiendo Club al amparo de unos palos de rugby.


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