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Las mil y una pieles
Autor: Ignacio Acha García-Noblejas
Socio en Cushman&Wakefield España, donde dirije como Head of Retail High Street el área de agencia de la oficina de Madrid y coordina el área de F&B a nivel nacional. Activo globalmente en procesos de consultoría y asesoramiento, con más de 18 años de experiencia profesional corporativa.
El ser humano es el único que es capaz de pensar una cosa, decir otra y hacer lo contrario.
El mundo de la consultoría, del asesoramiento y de la intermediación son una escuela en todos los sentidos para entender esto. Son una escuela desde el punto de vista técnico, desde la experiencia adquirida, la cuál es muy adaptable y replicable a muchos mercados, y sobre todo este universo te obliga a tener todos los sentidos activados. Para mí, y es solo una opinión muy personal, te hace crecer como profesional, pero a nivel personal te curte a niveles máximos. Un trabajo en el que nunca uno elige a quien va tener que asesorar ni con quien va hacer el camino.
En el mundo de los negocios, en el sector inmobiliario y más concretamente en la consultoría de este mercado al cual me voy a referir, la paleta de colores es infinita y los perfiles inacabables. Están las nuevas generaciones, los homólogos y los famosos «old school», donde te vas a encontrar con gente inmensamente rica que no lo parece y quiere que así sea, o también con todo lo contrario, donde las apariencias juegan una carta comodín muy importante. Vas a tener que gestionar caracteres muy diversos y con perfiles muy encasillados, y que en algunos casos serán profesionales altamente cualificados, maravillosos empresarios y emprendedores, pero también aquellos ajenos y foráneos a la materia sobre la que vienen a buscar respuestas en ti como asesor. Gente a la que escuchar y gente que quiere escucharte, también aquellos que solo quieren escucharse a sí mismos. Clientes y compañeros de trato muy correcto, amable, afable y profesional. También en algunos casos de trato difícil e incluso ofensivo. Uno debe estar preparado en el mismo día a que te den la espalda mientras hablas, a que te cuelguen el teléfono o a que te abracen o quieran desayunar, comer y cenar contigo.
La montaña rusa de emociones, situaciones y perfiles es absolutamente disparatada; pero la realidad es que cuando pones todo esto en perspectiva, más que una cuestión negativa, es una de las cosas más positivas y enriquecedoras de nuestro trabajo. Si consigues no tomarte de forma personal todos estos asuntos, te permitirá conocer a todo tipo de personas y a todo tipo de personalidades. Te sacará de tu zona de confort constantemente y te formará sobre cómo manejar situaciones y personas absolutamente dispares u opuestas en una misma llamada o reunión. Todo ello te permitirá profundizar sobre lo que para mí es básico en el crecimiento personal, y no es otra cosa que el conocimiento acerca del comportamiento del ser humano en su máxima expresión. Yo siempre lo he llamado el baile de las máscaras de la consultoría y hoy lo rebautizo como las mil y una pieles. Esas mil y una pieles que en muchos casos por cercanía, confianza y trato consigues levantar, y con ello, permitirnos conocer lo que hay detrás de una primera impresión profesional muy concreta y alcanzar en muchos casos la cercanía que en lo mundano llamamos amistad.
Profundizar sobre lo que para mí es básico en el crecimiento personal, y no es otra cosa que el conocimiento acerca del comportamiento del ser humano en su máxima expresión.
Me imagino que muchos de vosotros, todos aquellos que os habéis acostumbrado al trato cuerpo a cuerpo, al asesoramiento cercano y a la consultoría corporativa o privada, habréis podido experimentar estas sensaciones. Me ocurre a diario y confío en seguir descubriendo nuevos ángulos, nuevos vínculos, nuevas personas y personalidades con el fin de completar mi formación como profesional, persona y humano.
Intentaré seguir uno de los consejos maravillosos que nos dejó Albert Einstein y no es otro que «Si quieres entender al ser humano, no escuches sus palabras, observa su comportamiento«.
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